Descubre cómo las dimensiones familiares, existenciales y emocionales pueden impactar en la dinámica de los equipos de trabajo. Exploraremos la importancia del autoconocimiento y la gestión del inconsciente para potenciar la colaboración y alcanzar resultados sobresalientes.
Si quieres cambios grandes y primarios,
trabaja en tus paradigmas.
(Stephen Covey)
En mi artículo anterior hablé de los famosos líderes que proponen, desde sus manos, llevarnos a un lugar donde nuestras vidas tengan un sentido, casi como una actividad mesiánica que sólo unos pocos pueden llevar a cabo, gracias a tener especializaciones como Microsoft Team, Power BI, OKR’s, etc.
El liderazgo no debería limitarse a ciertas personas basándose únicamente en sus habilidades sociales y conocimientos técnicos. Es más bien un rol social que implica servir a los demás en diversos ámbitos de la vida. No podemos considerarnos buenos líderes en el trabajo y luego mostrarnos como personas apáticas o negligentes en nuestro hogar. El liderazgo debe ser integral y abarcar todas las esferas de la vida de las personas. Para comprenderlo plenamente, es necesario analizarlo desde distintos contextos, campos de estudio, propósitos y formas, más allá de su sintaxis, semántica y pragmática.
En este sentido, a esos diferentes ámbitos los denomino “dimensiones”, que son voces resonando en nuestras mentes, cada una con sus propios intereses. En nuestra corriente Coaching Psicológico Integral®, definimos estas dimensiones como ambientes que buscan unificar sus objetivos en un plan de acción que atienda a la totalidad del ser; aunque todas estas áreas funcionan de manera indivisible. Para distinguir ciertos aspectos y significados, las hemos nombrado de la siguiente forma:
- Dimensión espiritual.
- Dimensión existencial.
- Dimensión mental.
- Dimensión emocional.
- Dimensión física.
- Dimensión trabajo.
- Dimensión familia.
- Dimensión tiempo libre.
Hemos realizado numerosas investigaciones y, hasta el momento, no hemos encontrado evidencia de una novena dimensión. Junto a mi amigo y psicólogo Julio González Acosta, en algún momento consideramos que la novena dimensión podría estar relacionada con el sexo, pero pronto descartamos esa idea, ya que nos habría llevado más hacia el psicoanálisis que hacia la psicología humanista.
Creemos que el sexo desempeña principalmente un papel biológico y responde al impulso de preservar la especie, mientras que el acto de hacer el amor implica un significado más profundo, donde estas ocho dimensiones están de alguna manera impregnadas en él.
Aunque hasta ahora no hemos encontrado una novena dimensión, sí sabemos que, al alinear estas ocho dimensiones, tu mente se integrará y experimentará un orden, un equilibrio y una sensación de paz.
Desde este enfoque, podemos descender al nivel de los equipos de trabajo, comprendiendo que si una persona está enfrentando conflictos en su dimensión familiar, específicamente con su padre por ejemplo, es probable que estos conflictos se manifiesten al enfrentarse con un superior o al desafiar órdenes en su ámbito laboral. Del mismo modo, alguien que no comprende su dimensión existencial, su proyecto de vida, su vocación o su visión, difícilmente podrá brindar a cualquier organización una visión estratégica sólida.
Las dinámicas internas de un sistema se reflejan en su funcionamiento externo, y los resultados de un equipo dependerán en gran medida de estas relaciones. Sin embargo, como ocurre en todas las áreas, es fundamental trabajar en estas relaciones. Debemos permitir que emerja el inconsciente, ya que éste determina y guía, de alguna manera, al equipo en su situación presente.
Es importante reconocer que las dinámicas y conflictos personales pueden influir significativamente en la dinámica de un equipo. Al abordar y comprender estas cuestiones subyacentes, se crea la oportunidad de mejorar la colaboración y el desempeño del equipo en su conjunto. Al hacerlo, el equipo estará mejor preparado para enfrentar los desafíos y lograr sus objetivos de manera más efectiva.
